Incidencia de la adrenalina y el cortisol en el desempeño de la defensa personal.
En este blog ya hemos expuesto en diversas ocasiones de la incidencia negativa que genera el estrés en el cuerpo humano, y que merma las capacidades de una persona de poder defenderse y aplicar las técnicas de forma correcta frente a un agresor. En este pequeño artículo vamos a tratar este asunto, pero desde la perspectiva contraria.
Ante una situación anómala, el estrés es un mecanismo de defensa que activa recursos adicionales del organismo para enfrentarnos a situaciones potencialmente peligrosas. En este proceso el cuerpo segrega las llamadas hormonas del estrés: la adrenalina y el cortisol.
- La adrenalina se genera en las glándulas suprarrenales cuando el cerebro envía el mensaje que estamos ante una situación peligrosa. Esta hormona es la responsable de las reacciones inmediatas ante la amenaza (aumentando el ritmo cardíaco y la presión arterial).
- El cortisol también se produce en las glándulas suprarrenales, pero su efecto es más retardado. Esta hormona eleva el nivel de azúcar (glucosa) en la sangre, para así detener los procesos que no son estrictamente necesarios en esa situación peligrosa.
Además de aprender a gestionar nuestro estrés para poder usar eficazmente las técnicas de defensa personal aprendidas; debemos ser conscientes de que el agresor también está bajo este mismo proceso fisiológico.
Con altos niveles de estas hormonas en su organismo, va a dificultarnos el poder controlarlo, ofrecerá una mayor resistencia y combatividad. Y además, bajo el efecto de ciertas sustancias estupefacientes que pueden potenciar lo anterior, el sujeto podrá soportar más dolor, y ciertas técnicas de golpeo o de luxación pueden ser ineficaces cuando se le apliquen para reducirlo.
Lo anterior debe ser especialmente tenido en cuenta por los agentes de policía y el personal de seguridad privada en el ejercicio de sus actividades profesionales.