"El Síndrome del agresor estatua". Defectos en la enseñanza de la defensa personal.
Uno de los
mayores peligros que puede encontrarse un futuro alumno al elegir una escuela
de defensa personal de cualquier sistema (incluido el krav magá), es
encontrarse con un instructor que esté bajo los efectos del "Síndrome del
agresor estatua”.
Con esta
expresión nos referimos cuando todas las técnicas que se enseñan adolecen de
que quien hace de agresor (uke), lanza
un único ataque y no reacciona, facilitando que el defensor (tori) con total facilidad haga las
técnicas y encadenamientos sin encontrar oposición, ni respuesta.
Este
método únicamente es válido para lucimiento del que realiza la técnica, da una
falsa seguridad al practicante cuando deba de reaccionar en un suceso real (ya
sea una competición deportiva, o un acto de defensa legítima); e incluso es
mucho más peligroso e irresponsable cuando se trata de realizar técnicas contra
agresores armados, pues aún da una mayor falsa seguridad ante este tipo de
ataques.
Es cierto,
que cuando una persona empieza cualquier deporte de combate, arte marcial, o
sistema de defensa personal debe de asimilar e interiorizar los movimientos y
técnicas, y para ello debe empezar con lo básico, y que el compañero de
entrenamiento realice los ataques de una manera más sencilla y sin excesiva
oposición. Pero no se puede de manera sistemática seguir con este método.
Para que
el aprendizaje de la defensa personal sea útil, resulta imprescindible por parte
del instructor establecer las siguientes pautas:
- Enseñanza
progresiva, añadiendo gradualmente oposición por parte del compañero.
- Transmitir
a los alumnos que el agresor interactúa, y hay que saber adaptarse a sus
respuestas, la agresión-defensa es una situación dinámica e incierta.
- Ser
conscientes que los golpes duelen y ocasionan daños corporales, acondicionar el
cuerpo para el combate.
- Ser
conscientes que las diferencias de peso, corpulencia, y experiencia del agresor,
son un factor a tener en cuenta y juegan en contra del defensor.
- Considerar
que, si un agresor tiene conocimientos combativos, y no respondemos cuando se
debe, hay técnicas de las que no podremos salir (como estrangulaciones y
luxaciones).
- Resulta
pues imprescindible la realización de la practica libre con los compañeros
(sparring, randori). Tanto en combate de pie, como en el suelo.
- También
incluir la practica libre con armas punzo-cortantes (usando material de
entrenamiento específico, no armas reales). Con ello aprenderemos que, si en un
combate con mano vacía es imposible no recibir un golpe, más difícil es aún
sobrevivir sin un rasguño a un ataque de un agresor armado.
¡Kidá!